Un año después de la erupción del volcán Tajogaite en La Palma, España, que destruyó hogares y negocios, muchas personas afectadas por la lava y las cenizas continúan reconstruyendo sus vidas y buscando ayuda.
La casa de Leticia Sánchez fue una de las primeras en ser enterrada en lava, e incluso ahora se siente como si estuviera al día.
Al principio, se quedó con amigos durante unos meses. Luego, en mayo de este año, pudo mudarse a una casa prefabricada proporcionada por el gobierno. Como muchos isleños, la vida de su familia ha cambiado por completo.
Su hija Ayna dijo que cuando perdió su casa fue como si alguien hubiera muerto.
“Mi casa era mi casa, la única casa que tenía y ya no estaba y ahora tenemos que buscar otra”, explicó.
“Tranquilo y complaciente”
La erupción de la dorsal volcánica Cumbre Vieja, que duró 83 días entre septiembre y diciembre de 2021, es la actividad volcánica más larga y dañina de La Palma, en una de las ocho islas principales del archipiélago.
La lava dañó unos 3.000 edificios, cortó una carretera regional y creó una nueva península. También destruyó por completo Todoque, un pueblo de unos 1.300 habitantes antes de la erupción.
Según las autoridades regionales, solo cinco de las 121 casas prefabricadas compradas por el gobierno han sido construidas para personas que quedaron sin hogar por el volcán.
Un grupo de víctimas del volcán informó que unas 250 personas aún vivían en hoteles, mientras que 150 se alojaban con amigos y familiares.
Juan Fernándo Pérez es presidente de una asociación de afectados por el volcán. Está frustrado por los retrasos administrativos y pide un préstamo para poder vivir en una casa más modesta.
Pérez describe la respuesta de las autoridades de tres maneras: «Dispuestos a olvidar, silenciosos y complacientes».
Hasta el momento, el gobierno ha destinado más de 500 millones de euros para la reconstrucción, limpieza y ayuda a las personas que han perdido su trabajo. El daño total, estimado por el gobierno de Canarias, se estimó en 843 millones de euros.
Sin embargo, personas como Eulalia Villaba sobreviven gracias a las ayudas. Ella es parte de un grupo de personas en el limbo. Su apartamento y negocio siguen en pie, pero no puede acceder a ellos y le han dicho que la prohibición podría durar meses o incluso años.
En las áreas de Puerto Nao y La Bombilla, se dice que los gases del volcán son mortales y están prohibidos al público.
Un año después de la trágica destrucción provocada por la lava, más de 1.100 personas siguen sumidas en la desolación.
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