Aunque Illa no logró asegurar una mayoría en el poder, la semana pasada obtuvo el apoyo de Esquerra Republicana de Cataluña, un partido independentista que alguna vez estuvo aliado con Puigdemont pero que rompió lazos con él debido a sus constantes ataques contra sus líderes. A cambio de los votos de Izquierda Republicana, Illa prometió intentar revisar las relaciones fiscales de la región con el resto de España, una vieja demanda del movimiento separatista.

Puigdemont publicó un carta el fin de semana pasado, prometió estar presente en la cámara del parlamento catalán cuando el nuevo gobierno de Illa tome juramento este jueves, probablemente con la esperanza de avergonzar a sus antiguos aliados separatistas para que rompan su acuerdo con los socialistas.

El político acusó a la izquierda republicana de traicionar al movimiento separatista, criticando al partido por apoyar a un gobierno que «no tiene capacidad real de negociación para resolver un conflicto histórico».

Una fuerza disruptiva

Puigdemont y su equipo parecen convencidos de que si el político logra llegar a la cámara, las autoridades españolas no podrán detenerlo, porque las normas del parlamento catalán prohíben la detención de sus diputados. Pero los expertos jurídicos coinciden en que una orden de arresto tiene prioridad sobre las reglas de la institución y que nada impedirá a la policía detenerlo.

Si se produce la detención, Puigdemont podría conseguir su objetivo de impedir que Illa llegue al poder, al menos temporalmente. El presidente del Parlament catalán, Josep Rull, pertenece al partido Junts y se espera que suspenda la sesión si se produce la detención.

Es casi seguro que los parlamentarios volverán a reunirse en los próximos días, porque si no se elige un nuevo presidente antes del 26 de agosto, habrá que celebrar nuevas elecciones. La izquierda republicana ya ha declarado que su acuerdo de apoyo al socialista era vinculante pase lo que pase.