La política del desastre: Marruecos, Libia y la respuesta europea

Diferentes desastres, desafíos convergentes

El 8 de septiembre, Marruecos fue testigo del terremoto más mortífero desde 1960, que azotó las montañas del Atlas y Marrakech, provocando que el número de muertos ascendiera a más de 2.800. Le 11 septembre, la tempête Daniel a ravagé l’est de la Libye, inondant la capitale régionale Benghazi et les montagnes environnantes, avant de briser deux barrages pour créer un déluge qui a emporté des quartiers entiers de la ville de Derna dans la mer. La Cruz Roja estimados que hasta 10.000 personas están desaparecidas y pronostica miles de muertes.

En ambos casos, las carreteras de montaña dañadas obstaculizaron las labores de rescate. Además, los sistemas de gobernanza deficientes y militarizados Marcharse, irse potencial de ayuda internacional sin explotar. Estos sistemas no pueden absorber la ayuda y las autoridades ten cuidado para permitir el libre acceso de los extranjeros. La situación en ambos países podría seguir deteriorándose, y la imposibilidad de gestionar pérdidas importantes y proporcionar alojamiento limpio y seguro a las personas desplazadas podría desencadenar la propagación de enfermedades infecciosas.

Una respuesta sabia pero urgente

La experiencia europea podría resultar vital inmediatamente después de estos desastres, al tiempo que ayudaría a satisfacer las necesidades a medio plazo de los supervivientes. La magnitud de los daños exige una respuesta rápida, pero los obstáculos políticos exigen que los proveedores de ayuda actúen con discreción hasta que hayan establecido relaciones de trabajo con las autoridades pertinentes. Deben comenzar con las siguientes acciones:

  • Marruecos y Libia necesitan vehículos especializados para acceder a las zonas afectadas, así como experiencia para construir hospitales de campaña y campos temporales de supervivientes. La mejor manera para que los europeos aceleren la prestación de estos servicios es fortalecer los esfuerzos de quienes ya están sobre el terreno: Marruecos sólo ha concedido acceso a Qatar, los Emiratos Árabes Unidos, España y el Reino Unido; En Libia, los primeros en responder fueron Turquía y Egipto.
  • Los Estados miembros de la UE con vínculos más estrechos con Rabat (como España) o Bengasi (como Francia) deberían iniciar contactos con los ministerios y municipios pertinentes para explorar formas de mejorar su capacidad de absorción. Al mismo tiempo, deberían llevar a cabo actividades de promoción de alto nivel para disipar las preocupaciones sobre la politización del apoyo y garantizar el rápido establecimiento de mecanismos de coordinación.
  • Del mismo modo, los europeos tendrán que trabajar bajo la supervisión del dictador militar del este de Libia, Khalifa Haftar, para obtener acceso a las zonas afectadas. Haftar explotará esto para obtener beneficios políticos, pero es la única manera de evitar que ocurra un desastre mayor y crear una oportunidad para desarrollar relaciones y avanzar hacia redes administrativas civiles en el mediano plazo.

Un imperativo moral y estratégico

Las poblaciones de Marruecos y Libia están sufriendo desastres históricos. Pese a ello, el rey de Marruecos no se presentó hasta el martes. El posterior rechazo por parte de Rabat de ofertas de ayuda de países como Francia y Argelia pareció político, alimentando sentimientos de abandono y negligencia en las regiones más afectadas de Marruecos. Las autoridades desde entonces reclamos las negativas se debieron a dificultades para coordinar una gran respuesta internacional. Los libios están en shock y culpa administraciones corruptas que compiten por el poder en lugar de gobernar, así como malversación de fondos destinado a reconstruir Derna después de la guerra de 2018, ignorar las advertencias en represas y someter a los ciudadanos a toque de queda en lugar de evacuarlos.

La mala gestión de desastres alimenta el resentimiento contra las autoridades locales, lo que puede generar inestabilidad. Esto podría generar costos de reputación para los actores internacionales que dañarían los intereses estratégicos europeos. Las redes sociales libias, por ejemplo, ya están llenas de crítico Gobiernos europeos. La narrativa es que las intervenciones europeas activas en la política libia ayudaron a garantizar que los políticos libios corruptos fueran considerados responsables del desastre, pero que esos mismos europeos desaparecieron cuando realmente podían ayudar.

Dadas las tumultuosas relaciones de la UE y sus estados miembros con Libia y Marruecos en los últimos años, un apoyo decisivo hoy puede proporcionar la ayuda que se necesita desesperadamente y ser el catalizador para relaciones más exitosas en el futuro.

El Consejo Europeo de Relaciones Exteriores no adopta una posición colectiva. Las publicaciones del ECFR representan únicamente las opiniones de sus autores individuales.

Ander Torres

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