Mark Nayler: derecho versus política

Separar el derecho y la política en España se ha vuelto mucho más difícil. Unos días antes de su regreso a Barcelona el jueves, el expresidente de Cataluña Carles Puigdemont publicó una carta en la que afirma que la justicia española tiene muchos jueces «dispuestos a desobedecer la ley». ¿Su culpa? No aplicar las amnistías concedidas a los separatistas catalanes por Pedro Sánchez.

Pero cuando el Parlamento la aprobó a finales de mayo, la amnistía no pasó automáticamente a ser vinculante para todos los jueces que actualmente presiden juicios contra separatistas. No existe ninguna metaley, por así decirlo, más allá de la amnistía que dice a los jueces que debe utilizarse en todas las situaciones en las que sea relevante.

De hecho, una de las cláusulas clave de esta controvertida ley era que su aplicación en casos particulares quedaría a la discreción de los jueces. Inicialmente tuvieron dos meses desde la publicación de la ley en el Diario Oficial del Estado (11 de junio) para decidir si deseaban aplicar o no esta decisión, es decir, hasta principios de la próxima semana.

Puigdemont acusa a los «jueces patriotas españoles» («patriotas» se utiliza aquí claramente como sinónimo de «politizados») que optan por no aplicar la amnistía de «incumplimiento, es decir, rebelión contra las instituciones democráticas». Por tanto, implica que es responsabilidad del poder judicial aplicar la nueva legislación sin reservas. Sin embargo, es precisamente por estas razones que el poder judicial español, así como la UE y los partidos de oposición españoles, han expresado su preocupación por los posibles efectos de la amnistía en el Estado de derecho.

Estos críticos argumentan que la amnistía viola lo que se supone que es una fuerte separación entre el gobierno y los tribunales, entre la política y la ley. Por eso muchos jueces piden una prórroga del plazo de dos meses para impugnar la legislación ante los tribunales de la UE. Puigdemont considera ese sindicalismo pasado de moda, pero no olvidemos que el Gobierno del que acusa a estos jueces de «desobedecer» está obligado por la Constitución a defender la unidad española.

Puigdemont también afirma en la carta que «España nunca podrá [have] Los críticos de la amnistía sostienen exactamente el argumento opuesto: España nunca podrá tener un Estado de derecho mientras su gobierno intervenga en procedimientos legales para prolongar su mandato… y se salga con la suya.

Sólo en uno de estos dos casos se puede describir al poder judicial de un país como independiente, es decir, libre de interpretar las leyes como lo considere apropiado en casos específicos. Esto es lo que describe Puigdemont y que sigue siendo (casi) la realidad en España. Si el ex presidente catalán quiere mantener que la independencia judicial puede existir en un Estado donde los jueces son títeres de los políticos, el peso del argumento recae enteramente sobre él.

Ander Torres

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