Cuando España acudió a las urnas el pasado mes de diciembre, el resultado sumió al país en un estado de vacío político. Ni el conservador Partido Popular (PP) en el poder ni el principal partido de la oposición, el socialdemócrata Partido Obrero Español (PSOE), obtuvieron la mayoría de los escaños necesarios para formar un nuevo gobierno en el Congreso de los Diputados, el parlamento español. El PP obtuvo el 28,7% de los votos; el PSOE ganó el 22 por ciento. Al mismo tiempo, dos debutantes en la política, aupados por la crisis económica que asola España desde 2011, consiguieron hacerse con un tercio de los votos emitidos. El 20% resultante para el izquierdista Podemos, que se traduce como «Podemos» al estilo Obama, y el 13% para el centroderechista Ciudadanos, o Ciudadanos, se sumaron a la complejidad de la constitución de un gobierno de coalición.
Dos escenarios asoman en el horizonte de la política española. El primero es la formación de una gran coalición de derecha-izquierda que incluya al PP, el PSOE y Ciudadanos. El modelo para tal configuración sería el actual gobierno de Alemania, que incluye a antiguos rivales, los demócratas cristianos y los socialdemócratas. Pero una larga historia de amargas relaciones entre el PSOE y el PP y la aversión mutua entre el líder del PP, Mariano Rajoy, presidente del Gobierno español, y su homólogo del PSOE, Pedro Sánchez, socavaron las posibilidades de tal coalición. Los líderes del PSOE también temen que la alianza con el PP ate al partido al legado de corrupción de este último. «Negociar con el PP sería perdonar» dijo el secretario de partido del PSOECesar Luena, refiriéndose a la red de escándalos de corrupción en los que se encuentra envuelto el PP como un obstáculo para un gobierno de coalición PP-PSOE.
Un escenario más realista es una «coalición de perdedores» de izquierdas, similar al actual gobierno portugués, que reuniría al PSOE, Podemos e Izquierda Unida (Izquierda Unida), una federación de pequeños partidos de izquierda liderados por los españoles. Fiesta comunista. En noviembre pasado, luego de unas elecciones igualmente inconclusas en Portugal, el gobierno minoritario de centro-derecha de ese país fue derrocado del poder apenas 10 días después de asumir el cargo y ser reemplazado por una coalición de partidos de izquierda, incluidos los partidos Socialista y Comunista y una variedad de partidos de extrema izquierda, todos los cuales habían terminado detrás del partido de centro-derecha Portugal Ahead en las elecciones.
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